Una mirada a cómo se ha perdido la idea de tener ídolos y se impone en los jóvenes la necesitad de afecto e interés. Un consuelo encontrado gracias a los streamers.
Cómo nativo digital nacido en los 2000, puedo decir que he crecido a la par del contenido en internet. Desde los incógnitos que subían animaciones en Adobe Flash hasta los hoy llamados “streamers” que revelan su día a día en plataformas como Twitch y Youtube. Si hay algo, dentro de todos mis años dentro del mundo digital, que siempre pensé fue ¿por qué nos gusta ver a esta gente? ¿Hemos dejado de buscar gente inalcanzable para conformarnos con la cotidianeidad o existen otras razones? Y no es hasta la actualidad que entendí; no queremos sentirnos solos.
Millennials y las nuevas generaciones
Aunque la mayoría crea que al decir este termino nos referimos a la juventud, la realidad es que los “millennials” son los adultos jóvenes, aquellos que tuvieron o están por tener a los integrantes de las nuevas generaciones. Un grupo etario con otras necesidades, una al menos muy marcada; las familias distópicas.
Es entendible, entonces, que una generación distante a sus padres no quisiera tener hijos o relaciones familiares muy afectuosas. Al menos eso dice la estadística. Según la encuesta Adimark del 2016, aquello que define a un adulto para los millennials es, en orden, trabajar (63%), formar familia (32%) e irse de la casa de sus padres (21%). Esto deja en un rezagado puesto el tener hijos (13%), siendo poco interesante para ellos, pues el trabajo o independizarse les parece más interesante.
Tal es así que el Instituto Nacional de estadísticas, bajo el anuario de “Estadísticas vitales” dijo que “La tasa global de fecundidad (TGF) del país -que se interpreta como el número de hijas e hijos promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15 a 49 años)- fue de 1,56. Esta cifra está bajo el nivel de reemplazo generacional, que se estima en 2,1 hijos por mujer”. Si a esto se le suma la enorme cantidad de padres con más de un hijo con madre soltera, entonces queda una realidad bastante solitaria para los niños y adolescentes.
El miedo a la soledad en los jóvenes
Mi historia condice bastante con la estadística, si bien vivo junto a mis dos padres, la realidad es que, al menos desde que tengo memoria, paso la mayoría de mi tiempo solo, debido a que ambos trabajan, por lo que también comprendo cual es una de las carencias que más se forman con este proceso: la soledad.
Si tomamos el antecedente de la baja paternidad, entonces no es difícil asociar el miedo a la soledad con esta nueva generación. Según nos indica la psicóloga Natalia Franco, uno de los tres grandes factores para entender el miedo a la soledad es la dependencia emocional. Más que sentirse solos, uno los miedos más grandes es que la gente con la que ya congeniamos nos termine dejando. Entonces, resulta vital buscar redes de apoyo para una generación como la nuestra que se siente desfavorecida tanto con sus cercanos como con el futuro.
Los streamers como método de escape
Es entonces donde recién entran los “streamers”, aquellos que vinieron a cubrir ese vacío en nuestra generación.
No es ninguna duda de que los famosos de la nueva generación son los streamers. Los números que deja la plataforma Twitch son increíbles y si bien sufre de bajones por la competencia con otras plataformas como Youtube, lo cierto es que el formato esta en un auge tremendo y parece ser que es mostrado el entretenimiento hoy por hoy.
Pero ¿Qué tienen de especial los streamer? ¿Por qué nos gusta ver a adultos jóvenes realizar sus actividades diarias o jugar videojuegos todo el día? Pues según dice la profesora de MIT, T.L. Taylor en su libro “Watch Me Play: Twitch and the Rise of Game Live Streaming”, esto esta relacionado a un aspecto social bien característico; los streamers y sus fans crean comunidades.
Los creadores de contenido logran desvanecer la sensación de soledad, pues con ellos conocemos gente que piensa o tiene intereses similares a nosotros. Además, el streamer normalmente no es alguien hegemónico o un famoso inalcanzable que desfigura los estándares de belleza.
Un ejemplo de ello es quizás el personaje más famoso hoy por hoy del mundo digital, Ibai Llanos. Los números de Ibai son impresionantes, logrando superar todos los récords en la plataforma de Twitch. Sin embargo, si vemos su historial de vida no encontramos nada relevante o fuera de lo común, nada que lo haga especial y eso es precisamente lo que lo vuelve interesante para nuestra generación.
En las diversas entrevistas que tiene constantemente el nacido en Bilbao, España, recalca cómo su vida fue la de un ciudadano promedio, como tuvo inseguridades para grabarse por su peso o cómo simplemente sube lo que le gusta.
La magia detrás de los streamers esta en su nulidad de ser ídolos y, más bien, su gran capacidad para ser compañía diaria de una generación más bien solitaria y acomplejada por ello. Son un espacio de salvación mental.
La necesidad de tener conexiones
Si algo tomo como aprendizaje de todos estos años viendo streaming, es que la gente ya no solo busca entretenerse, como era en los noventa con MTV. Tampoco busca ídolos intocables como las Beatle maníacas de los sesenta. Yo creo que esta generación esta más cercana a lo que fueron las amas de casa tomando desayuno con Felipe Camiroaga que otra cosa.
Sentir afecto, tener una relación con aquella persona que esta al otro lado del monitor. Somos una generación que necesita afecto y en las personalidades de internet hemos encontrado nuestro nicho, gente común y corriente haciendo lo que a nosotros también nos gusta.
Véase también: «Big Data: La herramienta que mejora experiencias mediante datos»