La industria del K-pop y sus derivados siempre ha estado en la palestra pública en occidente. Los fanáticos de este género musical constantemente expresan su preocupación por como esto afecta tanto a sus ídolos como a los mismos consumidores.
En un estudio de realizado por distintos psicólogos de la Universidad Intercontinental de México, estos hablan sobre como la figura estigmatizada de los grupos generan un estímulo positivo a sus consumidores, pero está fachada no siempre es lo que nos demuestra.
El k-pop actualmente es una de las empresas mundiales más consumidas, incluso llegando a tener un impacto dentro de la economía surcoreana. El camino al estrellato puede ser una de las luchas más fuertes, donde muchos se quedan en el camino, y los que logran conseguirlo tienen que afrontar duras consecuencias.
La crueldad en la industria del K-pop
En distintas ocasiones, la salud mental de los miembros de los grupos y los fanáticos se degrada tanto a un punto que ha llegado a situaciones lamentables que pueden llegar a las peores consecuencias. La constante competencia que hay en está industria lleva muchas veces a quienes tienen la máxima presión tomen decisiones complejas, como lo pueden llegar a ser incluso el suicidio.
La obsesión de los llamados «sasaengs» quienes pueden incluso llegar a poner en peligro la vida de los artistas, lo dura que puede llegar a ser la comunidad surcoreana y como esperan que los cantantes sean personas perfectas, dejando de lado su parte humana. La idealización que presentan a los artistas, olvidando por un momento que cometen errores igual que todos y juzgándolos por esto mismo.
La realidad del K-pop es una oscuridad que mucha gente se niega a aceptar u oculta ante el ojo público, en especial en países de Asia. Pero que con distintos casos sucedidos se ha podido observar como está deja una consecuencia en los idols.