A día de hoy, 5,07 mil millones de personas son usuarios de alguna red social, lo que corresponde al 61% de la población mundial. Las redes sociales son un fenómeno relativamente nuevo tanto para las personas como para nuestro cerebro.
Para ponerlo en perspectiva, si el universo hubiese comenzado hace una hora, las redes sociales habrían aparecido recién en los últimos milisegundos. Esto nos ayuda a entender lo poco que sabemos sobre el efecto real de estas aplicaciones en nuestro cerebro y, por ende, en nuestras emociones.
Adicción, Ansiedad, Alteraciones del desarrollo neuronal y Reducción de la atención
Vamos al grano de lo que sí sabemos: las redes sociales pueden causar adicción, trastornos de ansiedad, alteraciones en el desarrollo neuronal, problemas de autoestima y reducción de la capacidad de atención. Si esto no fuera poco, el 69% de las personas menores de edad son usuarios de estas plataformas.
Los «likes» generan una liberación de serotonina, lo que puede llevar a una búsqueda constante de validación a través de la comparación con cuerpos perfectos y estilos de vida ideales. Esta presión social puede provocar ansiedad y estrés, especialmente cuando los usuarios reciben pocos «likes», lo que les hace sentir irrelevantes o menospreciados en un entorno donde la aprobación se mide en interacciones digitales.
Esto, en particular, puede generar en los adolescentes problemas de autoestima, falta de pertenencia y dependencia emocional.
La generación Alfa y el formato Short
Si tienes TikTok, Instagram o YouTube, seguramente conoces el formato de «shorts». Estos son, como su nombre indica, videos cortos de contenido extremadamente sintetizado, que reducen grabaciones originales de, por ejemplo, 15 minutos a tan solo 30-60 segundos.
Además, a estos recortes se les añaden subtítulos, cambios de color en las fuentes y videojuegos de fondo, así como cualquier estímulo visual que mantenga al consumidor enganchado al video.
El consumo diario y excesivo de este tipo de contenido, como ocurre en la mayoría de los casos (imagina cuántos shorts puedes ver en media hora), representa un peligro para el cerebro, especialmente para aquellos que están en desarrollo.
Investigaciones han demostrado que el sistema de videos en TikTok altera el sistema de recompensa y la serotonina en el cerebro, además de reducir la capacidad de atención tanto en adultos como en niños.
Esto llega a ser preocupante si tomamos en cuenta que en Chile, el 55% de los menores de edad tiene cuenta en redes sociales.
¿Cómo usar las redes sociales de manera sana?
Primero que todo, reducir el tiempo en pantalla es ideal. La mayoría de los celulares actualmente tienen la función de limitar el tiempo en determinadas aplicaciones. Si esto no es suficiente, puedes convertir tu smartphone en un «dumbphone»; este concepto se refiere a reducir tu celular a solo llamadas, internet y mensajería.
Además, cuando te des cuenta de que llevas mucho tiempo deslizando contenido en el apartado de shorts sin sentido, detente. Recuerda que este sistema está diseñado para mantenerte así. Los videos cortos pueden ser de mucha ayuda cuando condensan conceptos extensos en formatos sencillos, a modo de cápsula informativa. Sin embargo, recuerda que eres tú quien le enseña al algoritmo; por ende, si solo ves contenido irrelevante, eso es lo que te mostrará.
De igual forma, es importante que cada vez que uses alguna red social, lo hagas con un ojo crítico y recuerdes que todo está editado y no muestra la realidad tal como es.
Y finalmente, en lugar de enfocarte en la cantidad de seguidores o «me gusta», prioriza las interacciones significativas con personas que son importantes para ti en el mundo real.
Si quieres complementar esta información, a continuación te dejamos un motion graphic que ahonda aún más en el tema: