Durante mucho tiempo, el origen de las aves que conocemos hoy en día ha sido un misterio. Distintos científicos y biólogos alrededor de todo el mundo postulan que las aves son descendientes de los dinosaurios y que poco a poco comenzaron a disminuir su tamaño para adaptarse a las nuevas necesidades que trajo consigo la evolución para estos animales.
Y es que muchos de los dinosaurios que hemos visto en ilustraciones, no son como la mayoría de las películas muestra, como Jurassic Park. Se dice que originalmente, muchos fósiles tenían plumas en vez de escamas, y que podían planear de un árbol a otro en busca de presas.
Otro factor que aporta a esta teoría de que las aves vienen de los dinosaurios es la alimentación. Al igual que los pájaros modernos, algunos fósiles como el Iberomesornis basaban su dieta en pequeños insectos y crustáceos para los cuales utilizaban sus picos para comer, misma técnica que ocupan las aves actuales.
La evolución de sus elementos corporales también marca un antes y un después. Y es que a lo largo de la transformación de las especies, las plumas fueron un factor clave. Antiguamente, los dinosaurios estaban cubiertos de filamentos muy finos. Luego, éstas comenzaron a ser más complejas. Los paleontólogos lograron encontrar en 1997 “estructuras nuevas” de plumaje, sin embargo, seguían siendo parte de la decoración de su piel.
En el momento en el que los científicos encontraron un factor llamado selección sexual, fue que pudieron relacionar más a los dinosaurios con las aves. Varios comportamientos de estas especies se ven reflejados en las aves actuales. Se llegaron a ver ejemplares con plumas muy similares a las de un pavo real, llamándolo “ave del paraíso real”.