Las grandes hidroeléctricas de Latinoamérica, como Itaipú (Brasil-Paraguay) y Yacyretá (Paraguay-Argentina), generan impactos positivos como negativos en la región. Entre los efectos positivos, estas plantas proporcionan una fuente significativa de energía renovable, según los registros, lo que reduce la dependencia de combustibles fósiles. Según el Banco Mundial, en Brasil, el 70% de la electricidad proviene de fuentes hidroeléctricas, lo que muestra su importancia en el suministro energético sostenible. Además, estos proyectos impulsan el desarrollo económico local, creando empleos durante la construcción y operación, y ofrecen otros beneficios adicionales.
Sin embargo, las grandes hidroeléctricas también tienen efectos negativos. La construcción de represas puede provocar desplazamientos masivos de comunidades, alterando su forma de vida y generando tensiones sociales. Un ejemplo es la prensa de Belo Monte, en Brasil, que fue criticada por su impacto sobre comunidades indígenas y la destrucción de grandes extensiones de la selva amazónica. A nivel ambiental, estos proyectos modifican los ecosistemas acuáticos, afectando la biodiversidad y alterando los flujos de agua río abajo, lo que perjudica a la agricultura y otros aspectos, como la pesca local en algunos casos. Además, aunque las hidroeléctricas son una fuente de energía limpia y renovable, los embalses liberan metano, un potente gas de efecto invernadero, debido a la descomposición de la materia orgánica en el agua.
A continuación, facilitaré un storymap que muestra dónde están ubicadas las hidroeléctricas más grandes de Latinoamérica y cuáles son sus impactos exactos de acuerdo a la zona en la que se encuentran.