Uno de los grandes desafíos que enfrentan diversas organizaciones defensoras del planeta Tierra y, de los que en él habitan, es la lucha constante por disminuir los efectos de la contaminación ambiental.
Esto se debe a la alta productividad de las grandes industrias que cada día fabrican novedosos productos, empujando a comprar vertiginosamente a la población. El consumismo desmedido afecta al medioambiente, ya que hay productos que son fabricados con elementos nocivos y que no se degradan tan fácilmente.
Ese es el caso del plástico, un material que se ha posicionado en la vida de todas las personas, ya que su uso es muy versátil; además, es económico y cumple distintas funciones. Incluso se puede asegurar que esta era le correspondería al plástico, si se la compara con el posicionamiento de la piedra en su tiempo.
El plástico tiene un tiempo de descomposición que varía, según el producto fabricado, desde los 150 años a los 400. Una edad de fenecer alarmante. Pero, esta situación no es la más caótica, grandes cantidades de plástico van a parar a los océanos. Ya son cinco las grandes manchas de plástico o, más popularmente conocidas como «islas de plástico», que se forman en distintos puntos del mar.
Es aquí donde, llama la atención el nombre de unos fragmentos sólidos de plástico, el de los microplásticos. Estos se encuentran en distintos productos de uso diario y llegan al mar por diversas vías, afectando la calidad del agua del mar y a las especies que en él habitan.