Un gran porcentaje de la superficie de nuestro planeta corresponde a los océanos, los cuales también albergan el 80% de la vida en la Tierra. Estos vastos ecosistemas de agua se encuentran hoy en peligro, y una de las principales causas es la contaminación plástica.
A pesar de ser uno de los materiales con mayor potencial de reciclaje, sólo un 10% de éstos son reciclados. El porcentaje restante de plásticos se queda en nuestro planeta por cientos de años, degradándose lentamente. Uno de los destinos habituales de este agente contaminante es el mar.
La llegada de estos plásticos al océano trae distintos efectos negativos en sus ecosistemas. La muerte de miles de animales marinos debido a la contaminación son una de las consecuencias más desgarradoras. Diariamente tortugas, peces, e incluso aves marinas se ven afectadas por estos materiales que infectan su hogar. Desde enredarse entre estos deshechos, hasta morir asfixiados por ingerirlos, la contaminación plástica ha puesto en riesgo la biodiversidad marina. Los arrecifes de coral, esenciales para la vida marina, también han sufrido. Estos ecosistemas requieren de luz para realizar la fotosíntesis, pero los deshechos no les permiten obtenerla. Además, los microplásticos, que son pequeñas partículas de este material, al ser comidos por organismos marinos, como el plancton o incluso peces, también puede llegar a nuestro plato de comida.
La contaminación plástica es un problema medioambiental que no sólo afecta a quienes viven en los océanos, si no a nosotros y el planeta entero. Nuestra propia calidad de vida se ha visto afectada por los malos hábitos que lentamente destruyen la Tierra y debemos detener. Es responsabilidad de todos poder trabajar por un cambio, incluso desde casa. Comenzar a reciclar los plásticos y disminuir el consumo de ellos es posible para todos. Puede parecer una acción muy pequeña, pero el cambio que hace por el mundo significa mucho.