Los movimientos telúricos, también llamados temblores o terremotos, son movimientos repetitivos en la tierra causados por la vibración de las placas tectónicas. Estos movimientos pueden ser leves o severos, causando daños menores a graves y con grandes consecuencias económicas y en la vida de las personas.
Hay países más propensos a los terremotos que otros, debido a que se ubican donde se juntan las placas tectónicas. En la historia se han reportado múltiples terremotos violentos que han causado devastación a gran escala, resultando en pérdidas considerables de vida y damnificados que quedaron sin hogar.
Los terremotos también son capaces de causar tsunamis, que son desbordes de océano que terminan en la tierra y arrasan con todo en su camino. Un ejemplo de un tsunami devastador ocurrió en Japón el 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto de magnitud 9.1 causó un maremoto que destruyó partes importantes de varias ciudades en la nación nipona, causando miles de millones de dólares en daños.
Por lo tanto, muchos de los países más sísmicos están más preparados para enfrentar estos eventos, como sistemas de alerta para identificarlos antes de que ocurran, edificios más resistentes y educación a la población para que sepan qué hacer en caso de que ocurra uno.
Sin embargo, la mayoría de los movimientos telúricos son leves y no causan mayores daños, ni a la infraestructura de las ciudades ni en vidas humanas. Algunos de hecho son tan pequeños que difícilmente podrían ser detectados por seres humanos.