A un poco más de 30 kilómetros al sur de Concepción, Lota subyace entre los cerros, la neblina y la historia. Luego de Santiago, es la comuna que más monumentos históricos, zonas típicas y otras demarcaciones patrimoniales tiene en el país.
En el lugar donde actualmente están Coronel y Lota, históricamente han vivido comunidades humanas. En 1602, en el sur de lo que hoy es la comuna, el Imperio Español instaló el Fuerte de Colcura, para prevenir ataques y defenderse de incursiones mapuche. El 15 de octubre de 1667 nace oficialmente, tras el abandono del anterior fuerte, como Santa María de Guadalupe, en la frontera austral del Imperio Español.
La ciudad, histórico asentamiento de la minería del carbón, se consolidó como tal a inicios del siglo XIX, siendo Chile país independiente. Sin embargo, su época de mayor auge y prosperidad vino con el antes mencionado mineral. Decenas de miles de obreros de todas partes del país llegaron a Lota para coexistir entre cerros y el mar.
A medida que llegó la gente y la inversión, llegó también la infraestructura. En distintos sectores de la comuna, grandes obras se levantaron para sustentar la industria del carbón y a su creciente masa de trabajadores. La familia Cousiño asumió un lugar de mecenazgo sobre Lota, puesto que eran los dueños y administradores de los principales yacimientos carboníferos.
Gracias al financiamiento de la familia Cousiño y sus sucesores, icónicos edificios se camuflaron entre los ya existentes y el entorno geográfico de la ciudad. La Empresa Nacional del Carbón, los pabellones y las torres de la Fundición contrastan con la primera hidroeléctrica de Chile, el fuerte imperial y el centro geográfico de Chile. Ahora, buscan ser Patrimonio de la Humanidad como así hizo Valparaíso.
Todo en uno, de la comuna que se conoce como «Lota Sorprendente».