El mundo ha sufrido numerosos cambios desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Ha habido trasformaciones en diversos ámbitos tales como la medicina, cultura, sociales, científicos, tecnológicos, entre otros. Uno de estos grandes avances fue el área armamentística, la cual se desarrolló sobre todo durante el siglo XX, en la segunda guerra mundial y en la guerra fría, en donde las grandes potencias del mundo en aquel entonces, lucharon entre ellas, ya sea directa o indirectamente, por demostrar quien tenía el mejor armamento para la guerra.
Una de las máquinas que más salieron a relucir durante este periodo fueron sin duda alguna los tanques. Estos llegaron a ser un aporte crucial y significativo durante los enfrentamientos y las duras condiciones en las que se vivían en los campos de batalla, además de las bajas en vidas humanas y capturar y atravesar las líneas enemigas.
Como vehículos especializados en misiones de soporte, cumplen la función de hacer explotar y demoler al enemigo en los frentes de batalla, aplastando a todo aquel que se interponga en el camino de estos colosos mecánicos. Los hay de todo tipo, ligeros, pesados, anfibios, todo terrenos, etc. Con el paso del tiempo, han aparecido nuevo modelos de tanques, desarrollados a lo largo de todo el mundo.
Todo esto ha lleva a un debate ético y moral sobre la producción de armas de destrucción como lo son los tanques, pues, debido a los tiempos tan tormentosos en los que se viven, los gobiernos de todas partes toman precaución por si algún día las relaciones diplomáticas ya no funcionen y se tenga que acudir a posiciones de corte militarista. Todo esto ya lo ha estado viviendo hoy en día países como el conflicto de Rusia y Ucrania. Sin embargo, la tecnología militar, seguirá avanzando y junto con ella, los tanques también avanzarán.