Hace poco se hizo un descubrimiento que ha impactado a todas la comunidad científica, tanto de el área de la paleontología como del área de la medicina y las ciencias de la salud, y es que se descubrió que un hueso de un dinosaurio, específicamente de un dinosaurio herbívoro, muy parecido al famoso triceratops, el cual es el centrosaurio.
Se creía que había una supuesta fractura en un de sus huesos, específicamente de la pata trasera, sin embargo, se descarto eso y los científico descubrieron que esta supuesta fractura no era sino un cáncer de hueso en estado avanzado por toda la extremidad del dinosaurio. Se cree que el animal pudo padecer de distintas incapacidades físicas que le impedirían la libre movilización y desenvolverse en su entorno natural, lo cual, fue un verdadero calvario para el pobre dinosaurio.
Esto ha dado de que hablar para la comunidad científica, pues en el área de la salud, el cáncer es, por desgracia, una de las enfermedades más mortales que existen, y este en particular, ósea, el cáncer de hueso, uno de los más dolorosos y mortales que se pueden padecer, requiriendo un enorme cuidado de mecanismos para poder contener de alguna manera la enfermedad para evitar el expansión del dolor, como lo es, adoptar sedantes. Esto llega a tal grado que el paciente tiene que estar sedado todo el tiempo debido al intenso dolor, o simplemente, perder toda fe y esperanza y acudir a la eutanasia como único recurso para encontrar la paz.
Si hay algo que se tiene que tener en cuente, es que, el hallazgo de este fósil, nos hace entender que la enfermedad del cáncer ha estado en los seres vivos de este planeta desde la concepción, pues si animales tan antiguos como los dinosaurios la padecían, entonces puede ser una pista para solucionar esta tragedia de enfermedad.