Los avances tecnológicos ayudan cada vez más a la observación de cuerpos celestes. En marco de esto Latinoamérica se ha consolidado como un destino privilegiado para el astroturismo gracias a sus cielos despejados y su baja contaminación lumínica. En Chile, la región de Antofagasta destaca por sus contrastes entre el desierto de Atacama y la costa del Pacífico. Lugares como la Mano del Desierto, Pampa Joya y Alto Loa ofrecen vistas impresionantes del cielo nocturno. En la región de Coquimbo, el Parque Nacional Fray Jorge es la única Reserva Starlight de Sudamérica y el Valle del Elqui, hogar del Observatorio Mamalluca.
Colombia aporta el impresionante Desierto de la Tatacoa, con cielos límpidos y un observatorio astronómico abierto al público. En México, el Parque Nacional San Pedro Mártir en Baja California es un destino Starlight ideal para contemplar estrellas. Perú sorprende con el Valle Sagrado de los Incas, donde los antiguos incas desarrollaron su astronomía. En Argentina, Tucumán, el Observatorio de Ampimpa. Costa Rica en Guanacaste y Bahía Drake. En Ecuador, el Parque Nacional Cajas, por su parte, Uruguay destaca con el Parque Nacional Cabo Polonio, finalmente, en Panamá, el Valle de la Luna en Chiriquí. Todos estos destinos y más son importantes en el turismo de estrellas.
Sudamérica ofrece una amplia variedad de destinos donde la contemplación del cosmos se convierte en una experiencia inolvidable. Estos destinos no solo ofrecen experiencias inolvidables para los amantes de la astronomía, sino que también impulsan el desarrollo de ciencia, turismo, y cultura en sus respectivos países. La creación de observatorios y reservas con cielos protegidos promueve el turismo sostenible, generando oportunidades económicas para las comunidades locales y fomentando el interés por la ciencia y la educación. Además, estos centros ayudan a preservar la identidad cultural vinculada a la observación de los astros, posicionando a Latinoamérica como un referente mundial en astroturismo.